¿Por
qué es importante leer «Mujercitas» en
nuestra época?
«Él nunca pierde la paciencia, ni duda, ni se queja; siempre tiene esperanza, trabaja y espera tan alegremente, que uno se avergüenza de conducirse de otra manera delante de él. Ayudándome y confortándome, me demostró que yo tenía que practicar todas las virtudes que deseaba que mis hijas poseyeran, porque yo era para ellas un ejemplo».
Un día como hoy pero de 1868 veía la luz
por primera vez la obra Mujercitas (Little Women), escrita por Louisa MayAlcott una de las grandes escritoras del feminismo de los últimos tiempos. Ambientada
en la guerra de secesión estadounidense, en ella se relata la historia de la
señora March y sus cuatro hijas: sus enamoramientos, sus aspiraciones
intelectuales, sus complicaciones, su vida. Con una fina descripción de
caracteres, muestra el crecimiento de las pequeñas March poniendo gran énfasis
en el espíritu de la libertad individual, inusual para una época en que la
mentalidad estaba dominada por un ideal romántico puritano. Las señoritas de
Louisa May Alcott demuestran sus aptitudes sociales tocando el piano, bordando
o manteniendo una conversación fluida, amable y elegante, pero sin dejar de
lado la independencia que les caracteriza. A lo largo de la historia las
jovencitas Meg, Jo, Beth y Amy junto a su inigualable amigo Laurie, llevan de
la mano al lector y con gran vigor le muestran parte de sus cortas y alegres vidas.
Hoy esa obra tan
amena y enternecedora cumple 150 años, pero la complicidad de las cuatro
hermanas March, quienes a través de sus gestos y palabras resumen el espíritu
crítico de una época, sigue siendo fuente de inspiración y disfrute para las
generaciones de lectores que se asoman a las páginas de esta fascinante obra y
puedo decir con toda seguridad que sigue siendo tan revitalizante como un
primer día de primavera. Esta primera novela tuvo su continuación en 1869 con
Aquellas mujercitas (Good Wives) que transcurre cuatro años después de
Mujercitas (muestra problemática ya de la vida adulta). Los siguientes trabajos
de Alcott: Hombrecitos (Little Men) y Los muchachos de Jo (Jo’s Boys), son
continuaciones de estas dos novelas, ya que muestran a los hijos, sobrinos y
alumnos de las Mujercitas construyendo sus propias vidas.
Hace poco más de un mes y medio mi hermana
terminaba sus estudios de preparatoria y como símbolo de aquel logro quise
darle un regalo, buscando qué sería lo ideal para ella encontré que lo más
perfecto que se le puede regalar a alguien siempre será un libro, porque de
alguna manera es una extensión de los ideales de quien lo regala. Fue así que
buscando entre varios títulos y más títulos encontré un clásico que desde hacía
tiempo había visto pero que con gran escepticismo había dejado pasar, y es otro
que el de la estadounidense Louisa May Alcott, Mujercitas. Creí que tal vez ese
libro cuyo título es un tanto infantil podría tener algo interesante para
aportarle y debo decir que no me equivoqué en lo más mínimo, pues para mi
sorpresa también me dejó un gran sabor de boca.
«Todos llevamos cargas, tenemos un camino por recorrer y nuestro anhelo de hacer el bien y alcanzar la felicidad nos guía para superar los contratiempos y los errores que nos separan de la paz».
En sus páginas encontré la fortaleza de 4
pequeñas mujercitas que sin titubeos afrontaban las vicisitudes propias de su
edad y que pese a no ser tan graves para ellas era un gran malestar, pero que
constancia, dedicación y perseverancia lograron resolver.
Mujercitas es un libro con una frescura y
ternura divina que te hacen devorar la historia en cuestión de horas. La
independencia, inteligencia y determinación de estas pequeñas hace que uno como
lector se plantee la forma en como la juventud de hoy día se expresa o actúa
¿dónde ha quedado la inocencia de aquellos tiempos? ¿Será acaso que el avance tecnológico
ha provocado una mayor disminución en la formulación de un pensamiento crítico
y humano de la juventud humana o sólo es una forma de autorepresión para no ir
en contra de los nuevos sistemas?
Estas mujercitas deben ser vistas hoy como
un verdadero ejemplo de lo que cualquier joven de nuestra época debe ser, jóvenes
que muestren una pizca de autodeterminación para llevar a término sus metas, jóvenes
que sepan que las delicias de la vida no se enfocan en lo material sino en el
estar con aquellos que amas y por los que serías capaz de dar todo cuanto
posees. Sin embargo sería demasiado injusto dirigir esta crítica a los jóvenes,
es por ello que la extiendo a todas las personas sin distinción alguna.
Leer mujercitas en una época en la que la
lucha de géneros está más palpable que nunca resulta necesario, por una parte,
la obra de Alcott muestra el verdadero feminismo, ese que demuestra que por el
hecho de ser mujer no impide que una se pueda plantear y alcanzar metas que
para otros resulten imposibles; por otro lado, hace ver que las mujeres deben
luchar no para obtener un lugar superior al de su contraparte, sino uno que le
otorgue igualdad ante todas las instituciones sociales, dialogando de manera crítica,
civilizada y reflexiva por los ideales que busca implementar en las demás personas.
«El verdadero talento y bondad no pasan mucho tiempo inadvertidos; aunque pasaran, el conocimiento de poseerlo y de usarlo bien, debe satisfacernos, la sencillez es el mejor encanto de todo poder».
Finalmente, la obra de Alcott está
grandemente influida por el cristianismo, sin embargo la parte más rescatable
de esta parte es la cantidad de valores que transmite como el de la
solidaridad, el respeto mutuo y el amor.
Como lector puedo decir que volvería a
leer esta obra y que de ahora en adelante la consideraré como una mis
favoritas. De igual forma, pienso que todo aquel que busque algo revitalizante,
fresco y tierno sin llegar ser meloso o patético debe leer Mujercitas, porque
ya sea que te identifiques con Meg, Jo (mi personaje favorito), Beth, Amy o
incluso Laurie la historia de cada personaje te deja un enseñanza maravillosa.
«Hazte digno del amor y este vendrá».
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