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Mañanas frías

A mplios nubarrones de un triste tono grisáceo se extienden sobre la ciudad, mientras las trémulas luces de la mañana comienzan a gobernar esta tierra en la que los seres sufrimos y lloramos. Me pregunto si también los ves.  Salgo de lo que antes llamábamos nuestra casa y bajo las escaleras hasta llegar al portal, ahí me encuentro a la anciana del 6B, me saluda con la mano y yo solo le contesto con una inclinación de cabeza, recuerdo cómo bromeábamos sobre sus extraños sombreros y cómo cada día tratábamos de adivinar cuál usaría, extraño eso. Camino en dirección a la plaza, apenas y se ven los rayos del sol, hoy todo es frío y gris, quizá el presagio de una irremediable lluvia, recuerdo que admirábamos los días así, los llamábamos «los funestos días de lágrimas». Es apenas muy temprano, pero muchos vendedores ya se encuentran listos para comenzar sus ventas, veo rostros, tantos rostros fríos, algunos cálidos, otros tiernos y unos un poco más endurecidos por el paso de los años. S
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150 años de aquellas mujercitas

¿Por qué es importante leer «Mujercitas» en nuestra época? «Él nunca pierde la paciencia, ni duda, ni se queja; siempre tiene esperanza, trabaja y espera tan alegremente, que uno se avergüenza de conducirse de otra manera delante de él. Ayudándome y confortándome, me demostró que yo tenía que practicar todas las virtudes que deseaba que mis hijas poseyeran, porque yo era para ellas un ejemplo». Un día como hoy pero de 1868 veía la luz por primera vez la obra Mujercitas (Little Women), escrita por Louisa MayAlcott una de las grandes escritoras del feminismo de los últimos tiempos. Ambientada en la guerra de secesión estadounidense, en ella se relata la historia de la señora March y sus cuatro hijas: sus enamoramientos, sus aspiraciones intelectuales, sus complicaciones, su vida. Con una fina descripción de caracteres, muestra el crecimiento de las pequeñas March poniendo gran énfasis en el espíritu de la libertad individual, inusual para una época en que la mentalidad estaba d

Détox para iniciar el año

«¿Qué sería de la vida, si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?» Vincent Van Gogh Año nuevo, comienzos nuevos y que mejor comienzo que darle a tu cuerpo un respiro después de tantos excesos vacacionales. Y es que no es una falacia que la época decembrina es la más esperada por todos para poder relajarse al máximo y sobre todo, preparar el cuerpo para los excesos principalmente en la comida; y es que desde las pre-posadas con los amigos, las posadas de la colonia, la cena navideña y por supuesto la cena de noche vieja saturamos nuestro organismo con comida y si a eso le añades que hay a quienes les gusta pasarse de copas, el hecho de trasnocharse y dormir hasta altas horas de la tarde lo único que ocasionamos es acostumbrar a nuestro organismo a malos hábitos y que luego se acrecientan con el brusco cambio de regresar a la rutina. Es por ello que nuestro cuerpo necesita un poco de renovación. También hay que tener en cuenta que en nuestro país las fiestas son lo me

El don del adiós

«Si eres lo suficientemente valiente para decir adiós, la vida te recompensar á  con un nuevo hola.» Paulo Coelho Últimamente me he preguntado acerca de los dones que tiene el ser humano; como el don de amar, el de ser compasivos, el de perdonar, los dones estéticos como la belleza o el canto, pero creo que el don más fuerte que poseemos y que en ocasiones relegamos, obviamos, eludimos o simplemente consideramos algo negativo es el de poder decir,  adiós .  Hace ya varios días que buscando en alguna que otra playlist me encontré con una canción llamada: «The Power of Goodbye» o el «El poder del adiós» en castellano, la cual es interpretada por Madonna y que vio su debut en el séptimo álbum de estudio de la cantante estadounidense, en 1998 bajo el título: «Ray of Light» y del cual se desprenden otros singles como Frozen, Ray of Light o Nothing Really Matters. «The Power of Goodbye» tiene una melodía profunda y melancólica, pero lo que más llamó mi atención fue su letra, esta

Ecos deseosos de un ser desconocido

L os seres tienen la violencia del deseo, invasora, quemante, irradiada por pasiones que subyugan y penetran con fuerza en la certeza de nuestras almas. Los seres poseen la violencia amorosa: como una guerra, como todas las guerras que han hecho perecer a la humanidad, como la oportunidad de cada quien de matar o morir, una especie de democracia de lo inevitable, como una cierta bondad, como una cierta belleza. Aunque a veces o la mayoría de las veces se encuentran atados, asfixiados o inmersos en la miseria por los malditos temores. Perecen en abismos de agonía infinita buscando una salida, pero no la encuentran; pareciera que sus intentos de abrirse paso entre las tinieblas son inútiles. Poseen la flagrante y flamante agudeza de su fe , una creencia inexcusable y existente para la belleza del alma, pero la evaden con tal agilidad de las sublimes pasiones. Los seres que tienen la verdad más sangrienta: la de su existencia, y que violentamente desaparece de sus manos ¿acaso aquellos